Quito está rodeada de cuatro imponentes volcanes que acompañan su belleza natural y arquitectónica. Todos con características únicas. En el oriente está uno de ellos: el Ilaló. Un volcán inactivo que se convirtió en uno de los sitios preferidos de los deportistas para la práctica de senderismo y ciclismo de montaña.

Durante las primeras horas de la mañana y los fines de semana es común ver a familias y grupos de amigos intentar llegar a su cumbre, donde aparece una cruz, símbolo de la evangelización que instauraron los españoles en la capital.

A casi 50 kilómetros de distancia, en el norte de la ciudad, se encuentra el Pululahua, con una altura de 3.356 metros sobre el nivel del mar. Es conocido por ser uno de los cráteres habitados más grandes del mundo. Ahí viven alrededor de 40 familias que se dedican a la agricultura, ganadería y turismo.

Sin embargo, los dos volcanes más representativos de Quito son el Rucu Pichincha y Guagua Pichincha. Los dos se levantan en el occidente y son conocidos por ofrecer una vista inigualable de toda la ciudad. Amantes del senderismo recorren sus faldas a diario para desafiarlos y alcanzar sus cimas.

La importancia que tiene el Rucu Pichincha llevó a que en 2025 un grupo empresarial construya el único teleférico que tiene la ciudad. Este sistema de transporte permite que turistas locales y extranjeros lleguen hasta el sector de Cruz Loma, a 4.100 metros sobre el nivel del mar, para disfrutar a Quito desde las alturas. Estos cuatro volcanes son los testigos de lo que pasa en Quito.